27/6/14

Preferencias





     Con este post se que muchos me vais a correr a gorrazos y pensaréis que me he pasado al bando contrario, pero ya conocéis mi afición a meterme en todos los charcos y este no iba a ser una excepción.

     Hace poco he tenido que ayudar a una amiga en un trámite fiscal relacionado con el timo de las preferentes que sufrió el año pasado y con ese motivo me han surgido ciertas dudas que me empujan a ir en sentido contrario a la opinión predominante.

     Es cierto, y está demostrado en los tribunales, que le colocaron acciones preferentes a personas de mucha edad e, incluso, que no sabían ni leer, pero yo creo que hay menos estafas de lo que parece si lo meditamos un poco. Mi amiga dice que ella “no entiende de cosas de bancos” y que creyó que estaba contratando un depósito a plazo fijo, pero mi amiga -que tiene aun una edad aceptable y está en plenas facultades mentales- si quiere comprar una lavadora se informa de los programas, de la velocidad del centrifugado y de si el termostato está aparte; si compra un frigorífico sabrá de cuantas estrellas es y, si se va de viaje, sabe las ciudades que visita y las estrellas de los hoteles. ¿Por qué, entonces, cuando compra un producto bancario no se informa de lo que está comprando? Si no entiende de bancos tendría varias opciones:

     a) Entender, o sea empollarse el tema. 
     b) Preguntar, buscar un asesoramiento externo.  
     c) Dejar su dinero en una libreta a la vista y no pretender sacarle más provecho. 

     Cualquiera de esas opciones es válida en cualquier cosa que se compre, pues, si yo quiero comprar una barca de pesca, le tendré que preguntar a un pescador, hacer un curso en un club náutico…  o comprar las sardinas en la pescadería. Pero mi amiga entra en el banco, compra lo que allí venden y se lo lleva, estampando su firma en un contrato sin leerlo siquiera. ¿Cabe entonces quejarse luego y sentirse estafada?      



20/6/14

Cambios




     Cuando el día 2 oí la noticia de que el rey abdicaba, me vino a la memoria la frase de mi padre cada vez que se producía un acontecimiento: Lo vamos a ver todo. Con eso quería decir que su generación había vivido la Monarquía, la Gran Guerra, la Segunda República, una Guerra Civil, una Guerra Mundial, una larga Dictadura y, de nuevo, otra Monarquía y la Democracia por fin.
     Pienso ahora que quizá todas las generaciones estamos condenadas a lo mismo, pues yo también he vivido ya una Guerra Civil, aunque no la recuerde, la 2ª Guerra Mundial, de la que ya sí pude enterarme, una larga Dictadura, que “disfruté” plenamente, y la Monarquía Democrática Parlamentaria, con un reinado que no ha sido corto precisamente, a pesar de lo cual he alcanzado a ver el segundo.
     Se podría pensar que mi padre tuvo una vida larga y que yo también me estoy acercando a eso, pero me pregunto si en todos los países es igual, si en todos una persona con la edad de mi padre o la mía tiene que pasar por tantas vicisitudes y tantos cambios.    

13/6/14

Exámenes




Foto de IDEAL

     Por estos días, los estudiantes universitarios preparan los exámenes finales con grandes ojeras y crisis de ansiedad, como contaba hoy en TV una chica. Esto me ha hecho recordar que, hace años, una vecina me comentaba orgullosa lo responsable que era su hijo, que se quedaba estudiando todas las noches. Me interesé entonces por su horario y la madre me contó que por las noches salía unas horas con los amigos “para airearse” volviendo a la 1, hora a la que comenzaba a estudiar con la ayuda de los dos termos de café que ella le dejaba preparados. A las 7 se acostaba y dormía hasta las 2 de la tarde cuando se levantaba para almorzar.

     Con una simple cuenta con los dedos pude ver que estudiaba 6 horas y dormía 7 y me quedé preguntándome por qué no lo haría al contrario –dormir de noche y estudiar de día- y así sacaría una hora más de estudio sin maltratar su sistema nervioso con tanto café, ni alterar el ritmo de sueño. Y, de camino, su madre no tendría que preparar cafeteras ni levantarse a media noche para ver si se había dormido, cosa que al parecer ocurría con frecuencia.

     Ahora, los estudiantes han tomado la costumbre de estudiar en bibliotecas universitarias que abren día y noche en esta época, por lo que también me pregunto que sentido tiene eso. Lo entiendo cuando un estudiante no tiene una habitación tranquila con un ordenador o similar a mano, pero en este caso ¿para que? Me lo expliquen, por favor, los que tienen sus estudios más recientes.


6/6/14

J.A.


     Hoy he oído La muralla y me he acordado de ti. La cantamos en tu entierro, ante el asombro de tus compañeros militares. Tampoco hubieran entendido que yo, al conocer tu muerte, levanté mi copa en alto, como hicimos cuando Allende ganó las elecciones o cuando aquello de los claveles en el país vecino. Recuerdo ahora cuando, usando tu uniforme, nos traías de Francia los libros de Ruedo Ibérico, que luego pasaban forrados de mano en mano, y recuerdo también que en tu casa podía estar lo que no estaba en ninguna. Pero tú  no le dabas importancia y nosotros tampoco. No sabíamos que te jugabas los galones todos los días, ni reparábamos en que lo que para nosotros sería poca cárcel, para ti supondría un consejo de guerra. Como tampoco le diste importancia cuando empezaste a morir, cuando te abrieron en el pecho aquel agujero por el que terminó escapándosete la vida. Pero hoy he oído La Muralla, he vuelto a levantar mi copa y he recordado que tus compañeros y la gente de bien decían: Estas cosas no se cantan en una iglesia y, menos, con un muerto de cuerpo presente… Pero a ti te gustó. Estoy segura.