21/3/15

¡Ay, el móvil!





     Llevamos ya un tiempo que es inevitable, en blogs, redes sociales y conversaciones de todo tipo, denunciar el abuso del móvil por los jóvenes, siempre enganchados a él, y son muy frecuentes las caricaturas de chicos y chicas en grupo, pero cada cual mirando a su móvil, aislados en un mundo que está detrás de esa pantalla, comunicándose con personas que están distantes y no con las que tienen enfrente. Sin embargo, con lo aficionada que yo soy a rechazar ciertas costumbres de los jóvenes, me temo que en este caso no voy a poder hacerlo, porque los mayores nos hemos incorporado a esa esclavitud del teléfono con tanto entusiasmo que podemos darles sopa con honda.

     Hace unos días, me reuní con unas amigas en una cafetería para echar un rato de charla, pero cuando la reunión iba más o menos por la mitad, a una de ellas le sonó el móvil y empezó a hablar. Apartó un poco hacia atrás su asiento y el resto seguimos con nuestra conversación. Bastante rato después, nos levantamos para irnos y tuvimos que ayudarle a meterse el abrigo porque continuaba hablando y no podía hacerlo con una sola mano. Salimos del local, allí se separaba una del grupo y tuvo que darle un toque en la espalda para despedirse, caminamos un trecho con ella detrás hablando y, al llegar a donde se separaba para ir a su casa, nos dijo adiós con la mano y se perdió en lontananza con el móvil en la oreja.

     Curiosamente, no comentamos el hecho quizá porque a las otras les parecía normal, pero yo me fui pensando que para eso, para pasarse el rato hablando con alguien que no estaba presente, no tenía necesidad de pasar frío ni gastarse en la consumición. En su casa, en un sillón y en compañía de su teléfono hubiera estado más cómoda.
       

16 comentarios:

  1. El comportamiento que tienen ahora muchas personas con la utilización de los móviles, a mi entender, creo que raya en una falta de educación y en una gran desconsideración para con las personas que los rodean, pues agarrados al móvil deciden dar mas importancia al que llama que a las personas con las que se encuentran reunidas que pasan a desaparecer como si no existieran. Lo que cuentas de la reunión con tus amigas es algo que se ve continuamente en las cafeterías en donde las personas que están sentada a una mesa y que se supone se reunieron para charlar, están cada una hablando o manipulando sus móviles poniéndose en contacto con personas mas o menos lejanas, y yo me pregunto ¿para que se reúnen entonces si luego no se comunican entre ellas?

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    1. Y, encima, nos ponen a los presentes en la situación de oír una conversación que se supone no debe importarnos, pues estando varias personas se puede seguir como en lo que narro, pero si solo están dos y una se pone a hablar por el móvil, ¿que hace la otra? Hay veces que resulta hasta violento.

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  2. Es irritante, sí. Cuando se queda para charlar, el móvil sobra.

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    1. Perdonadme si hemos hablado ya varias veces de este tema, pero es que esta vez no he sido simple espectadora, sino que me ha afectado directamente.

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    2. Sigue siendo un tema actual y la situación que comentas no nos es ajena.
      Si se acepta estar de tertulia, tête-à-tête, carece de sentido alargar una conversación telefónica que, imagino, habría podido despacharse en menos de un minuto con el consabido: "Luego te llamo, que estoy con unas amigas".

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    3. Durante la conversación, yo pensaba también en el buen contrato que debía tener la que llamaba, pues mi tiempo se hubiera acabado solo con eso.

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  3. 10, 12, 14 telefónicos, antiguos compañeros míos quedamos un día de la semana para almorzar y charrar un rato, por supuesto todos llevamos nuestros móviles. Por supuesto de vez en cuando se recibe alguna llamada, alguno simplemente mira el teléfono y cuelga, a otros se les oye decir, "ahora no puedo hablar luego te llamo". ¿Será por ser hombres o por haber sido telefónicos?
    El contrato que yo poseo es 9 euros mensuales + IVA, establecimiento de llamada 0,15 céntimos + IVA con tiempo ilimitado, y 500 megas de datos. Todo ello al mes.

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    1. Yo no siempre llevo el móvil en la calle y, si lo llevo, la mayoría de las veces va apagado o en silencio, pues me resulta violento ponerme a hablar en el autobús, en una tienda o en mitad de la calle. Por eso quizá me sobra siempre de los 100 minutos que tengo en mi contrato “tres en uno”, pues las conversaciones largas las dejo para el fijo.

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  4. Es algo que resulta un tanto incómodo, pues por educación no dices nada, pero por ese mismo motivo la persona que se cuelga del teléfono debería dejar de hacerlo... No obstante siempre queda la duda de si el motivo de la llamada es algo realmente importante, o si la persona al otro lado del aparato es un plomo de los que por mucho que le digas a las claras que tienes que cortar, sigue a lo suyo.

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    1. En línea con lo que le digo a Calandra, yo suelo apartarme un poco cuando se pone a hablar alguien en mi presencia, mitad para que no parezca que está una pegando el oído y mitad para que la otra persona se de por aludida y tome conciencia de que no es el momento de tener una larga conversación.

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  5. Tenéis más paciencia que yo. Afortunadamente mis amigos no hacen eso porque son de otra forma y no están tan enganchados a las nuevas tecnologías. No tienen facebook ni blogs (ni siquiera comentan en el mío) y no es habitual que dejen el móvil encima de la mesa de un restaurante como hacen muchos. No sé si mis amigos virtuales son diferentes.

    A mí me molesta especialmente la gente que habla en el tren o en el autobús. Y encima las conversaciones suelen ser de lo más anodinas, típicas de gente aburrida que no sabe qué hacer.

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    1. Yo me he reído muchas veces en la calle o en el autobús cuando oigo a alguien que le dice a otro por el móvil: Ya llego. Estoy en la calle X... Y resulta que no está ahí.

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  6. últimamente entre las amistades tenemos la siguiente regla, "las pistolas" encima de la mesa y el primero que la piye, PAGA.

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    1. Mejor en el bolso o el bolsillo con el sonido apagado y sin vibración, para evitar tentaciones. Y si alguien sufre el síndrome de abstinencia, siempre puede escaparse al lavabo.

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    2. ¡Qué va! ¡Qué va!
      No veas como sufren algunas cuando llama el novio,
      y todas las demás viéndolo, porque pone en la pantalla
      "MANOLO MI AMOR"
      y que el teléfono sigue sonando
      y que empezamos
      - un "chivas" de 12 años ...
      - una ración de ibérico..
      y MariPepi allí, resistiendo, viendo como se quiere marchar arrastrándose por la mesa el teléfono
      - ¡traiga la carta de vinos!
      y "el manolo" que insiste via guasa,

      Pruebe que se van a reír.

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    3. En mis reuniones, los que llaman son los nietos y en vez de chivas con ibéricos, menta-poleo y cerveza sin alcohol. Así no es extraño que la gente se enganche al teléfono...

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